lunes, 24 de diciembre de 2012

EL FANTASMA DE LA NAVIDAD POBRE


A muchos la Navidad nos entristece. 

Si nos fijamos bien, sus figuras son un tanto lúgubres. 
Un recién nacido sobre un montón de paja, el aliento de un animal fatigado, un padre viejo. 
Se adivina que hay abundancia en algún lugar paralelo, lo dicen las estrellas y ese paje extranjero que pasea junto a un camello y conversa con él mientras mueve las ancas como él.








                                                                              Ignorance and Want
                                                         1843
                                                         John Leech
                                                       






Se adivina necesidad en alguna perpendicular a aquel lugar paralelo.





Es como que el día de tu boda no puedas evitar, aunque sea durante un mínimo instante y errando en la imaginación, la imagen de permanecer solo, inexplicablemente solo, justo antes de la consagración, quedando huérfano de cónyuge frente al mismísimo altar.




La navidad siempre evoca una navidad pobre.






domingo, 18 de noviembre de 2012

Cuentos, fábulas y fetiches


El violín de Cremona de Louise de Vilmorin



Soy ciego y nada sé, pero preveo
que son más los caminos. Cada cosa
es infinitas cosas. Eres música.
Firmamentos, palacios, ríos, ángeles,
Rosa profunda, ilimitada, íntima…

The unending Rose
J.L. Borges

El violín de Cremona es un cuento originalmente escrito por E.T.A. Hoffman, conocido también con el nombre de El canto de Antonia, que forma parte de una serie de cuentos en los que solían aparecer los mismos personajes en diferentes historias.
Louise de Vilmorin, con el objetivo inicial de elaborar un guión, recoge no sólo el relato, sino también el legado propio del cuento, una corriente imaginaria de hechos extraordinarios entre los que el violín representa el alma, la vara mágica, el objeto encantado que abunda en los cuentos y a menudo constituye el corazón de éstos. Dice Ítalo Calvino que desde el momento en que un objeto (mágico) aparece en una narración, se carga de una fuerza especial, se convierte en algo como el polo magnético, un nudo de una red de relaciones invisibles.1 Esta red de la que habla Calvino puede trascender el ámbito del cuento e incluso el de la autoría: existe una leyenda según la cual el violín del cuento de Hoffmann es el instrumento homónimo de Paganini, quien siendo aficionado a las artes necrománticas, había aprisionado el alma de su mujer en él. Se dice también que el protagonista es el propio Hoffmann, desdoblado en su personaje varias veces en otros relatos, y no es arbitrario añadir que también está en las diferentes y legítimas recreaciones, como en ésta novela corta que la autora francesa escribió en 1960.
Vilmorin es fiel a la saga, esa antigua narración épica que posee una dimensión fundadora y genera versiones, leyendas, sucesivos encantamientos y un sinnúmero de cuentos descendientes. Fidelidad hasta el punto de que lo que desea Louise es escribir el mismo cuento.
A pesar de que ha sido a menudo comparada con autoras contemporáneas y coetáneas como Colette y otras anteriores como Anna de Noailles, algunas diferencias la convierten en una autora sui generis dentro del mismo panorama literario. Más dieciochesca que “moderna”, usa mejor la parodia que el sarcasmo, el plano general más que el flujo interior, prefiere lo descriptivo de una situación a lo psicológico de sus actores y su visión de la historia que narra no está determinada por la experiencia. No es una escritora burguesa en la que pueden operar la reivindicación, el resentimiento, la memoria o la subjetividad como útiles narrativos. Su posición con respecto a la obra es parecida a la aristocrática de la que gozó en la vida: su prosa es ilustrativa en el sentido de exponer, desde una posición privilegiada, las andanzas o enseñanzas de tipos, caracteres y casos que el escritor sabrá ejemplificar a través de un lenguaje de la misma manera que el dibujante experto lo hará en el transcurso de un exótico viaje, mostrando los detalles significativos con trazos ágiles y claros.
Participa del propósito moral de los fabulistas franceses, que consiste, no tanto en determinar una moraleja, como en desvelar las dobleces que se ocultan tras las relaciones sociales o los códigos sociales incorporados insensiblemente. Dicho de otro modo, igual que una fábula crea una situación en la que sea posible que un león y un ratón traten, razonen y actúen según el ideal de león y de ratón, revelando en el desenlace algún aspecto característico o metafórico de lo humano, el cuento visto dentro de esta tradición opera con la misma naturalidad, aceptando las reglas culturales para descubrir sus transgresiones. El caso más notorio es el del Marqués de Sade, en cuya obra la exaltación deliberada del vicio ofrece el espectáculo simétrico de la verdadera sociedad, gallinero de deseos inconfensables y luchas por el poder que suele exhibirse con el plumaje de excelentes virtudes. Vilmorin, siendo en términos formales muy diferente  en la prosa, mantiene sin embargo una fuerte afinidad con el marqués, logrando el mismo resultado delator de costumbres, pero usando una voz de aparente ingenuidad, a veces cierto laconismo, que confiere a sus historias un tono de objetividad análogo a la inocencia de la fábula zoomórfica.
Es por ello que Louise de Vilmorin es un tipo de escritora ideal para detenerse en el valor específico del género de los cuentos. Éstos comparten en gran medida la naturaleza de los mitos, y hay una abundantísima y variada literatura al respecto: Claude Lévi-Strauss en el campo de la antropología cultural, Vladimir Propp en el de la lingüística, Bruno Bettelheim en el del psicoanális, por citar ejemplos muy conocidos.



Desde el zapato de la Cenicienta hasta el Zahir o el Puñal de Borges, pasando por la exuberante y tradicionalmente más cómoda representación oriental, como la lámpara maravillosa de Aladino, un objeto dentro del cual habita un ser mágico, cómplice controvertido a veces, otras tirano y vengativo, de una forma tan diversa como asombrosa, el objeto aparece en los cuentos de esta manera típica de cuya crónica el violín de Cremona es un caso ejemplar, ya sea porque encierra un alma en pena, un amor truncado o la espléndida voz de la hija de un extraño luthier.
Lo distinto en los cuentos está en ese parentesco con la saga, tomando tanto la acepción del antiguo relato épico escandinavo como la de gran familia que se extiende con independencia de otras relaciones, pues los cuentos se comunican entre ellos más aún que las lenguas y los usos, y cuando éstos encuentran fronteras menos accesibles donde transformarse y comprenderse, ellos pueden saltar esas barreras de tiempo y lugar sin necesidad de hallar raíz, vocablo o vivencia que los aprisione. Si bien el mito tiene ese núcleo fundacional en el que la sociedad es como una madre nueva tras la ruptura con lo natural, en el cuento se trata más bien de una “madrastra” y es el cuento el espejito mágico que le dice al mundo lo que necesariamente no quiere oír.
Apurando las leyes de la metonimia, el objeto fantástico es también fetiche del propio cuento (antes que el cuento fue el objeto mágico y éste es el que da forma al género), su centro neurálgico y la máxima expresión sintética de “lo maravilloso”, breve, rápido y de fértil descendencia, pólvora que se halla concentrada en pequeños cartuchos y que, pese a su remota fabricación, pueden explotar en cualquier parte.

1 Seis propuestas para el próximo milenio, Madrid, Siruela, 1989.



Déborah Puig-Pey

jueves, 15 de noviembre de 2012

Desde el interior de Woody Allen




Pese a mi admiración por él, alguna vez le he leído diciendo alguna estupidez, como que Hitchcock era muy bueno en su trabajo, pero intrascendente en sus obras. Es un dilema que Allen arrastra en su filmografía: conserva todas las imágenes del cine popular americano que llenaron su infancia y que sembraron en él la ilusión indispensable, pero admira a los autores profundos, estetas, filosófos, aquejados de un TOC sublime y algunas veces ininteligibles para el gran público.


Bien. Aunque ya se ha hecho y él mismo gusta de aparentar que lo hace, muy a menudo humorística y genialmente, vamos a psiconalizarle un poco más.

Propongo dos de sus personajes: "Pearl" y "Eve", Maureen Stapleton y Geraldine Page en "Interiores". 

Pearl es el cine que entusiasma al barrio, al mundo, no exento de cierto estilo, pero también cercano a veces a la vulgaridad, es la mujer que viene a sustituir a esa madre omnipresente, exquisita, que manipula todo el entorno y lo convierte en un cuadro de Hammershøi. Ésta última es el "cine de autor", normalmente europeo: planos de una higiene categórica, en el sentido kantiano, delicada pureza en la simbiosis de genio y belleza, psique y eros, sabiduría y narración...La otra, Pearl, es el arrebato, la conmoción afectiva, la chispa y el color. Ella abre sus brazos para que todos puedan soñar entre ellos y despliega las alas de un gran hacedor de nidos. ¿Y cuántos de nosotros no oscilamos entre una y otra? ¿Quién no pretende encontrar un absoluto en las pantallas, el planetarium definitivo que le devuelva su galaxia?








domingo, 28 de octubre de 2012

No pequeños libros




184 páginas




218 páginas



Camus23.jpg

184 páginas



Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas

File:Alice par John Tenniel 25.png


192 páginas






veinticuatro horas en la vida de una mujer (11ª ed.)-stefan zweig-9788495359391

104 páginas







128 páginas






184 páginas







146 páginas 

  



en un balneario aleman-katherine mansfield-9788484286134 

160 páginas





el principito (pop-up)-antoine de saint-exupery-9788498382341


64 páginas






http://image.casadellibro.com/libros/0/el-mercader-de-venecia-9788420608938.jpg

160 páginas






la metamorfosis-franz kafka-9788420651361
128 páginas




                                    



200 páginas






142 páginas




                         

la sonata a kreutzer-lev tolstoi-9788420662008


144 páginas






la invencion de morel-adolfo bioy casares-9788420672731 


 128 páginas






viernes, 12 de octubre de 2012

Danzad, danzad....

La “Danza de la Muerte” castellana es de principios del siglo XV. Consta de más de seiscientos versos y en ella, la Muerte va llamando a bailar a diversos personajes, como el Papa, el Obispo, el Emperador, el Sacristán, el Labrador, etc., al tiempo que les recuerda que los goces mundanos tienen su fin y que todos han de morir. Todos caen en sus brazos.
El tema de la muerte dominó la Baja Edad Media, y frente a ella no había resignación cristiana, sino terror ante la pérdida de los placeres terrenales. Presenta, por un lado, una intención religiosa: recordar que los goces del mundo son perecederos y que hay que estar preparado para morir cristianamente; por otro lado, una intención satírica al hacer que todos caigan muertos, con independencia de su edad o su posición social, dado el poder igualatorio de la muerte.

Baile social del siglo XVIII

"Il Ballo" (in English "The Dance"; caption "A cheerful dance awakens love and feeds hope with lively joy.") from Giuochi, Trattenimenti e Feste Annue Che si Costumano in Toscana e Specialmente in Firenze. Firenze: Pagni & Bardi, 1790



Les grands danseurs 



Elle est naturelle à l’homme comme à la femme












Elle  s’appelle la danse macabre;
Sage est celui qui s’y contemple bien!


Chacun  apprend à  la danser
La Mort mène les vivants;

Tu vois les puissants partir en premier








“Invitation à la danse”
Numéro #91, March 2008
photographer: Sølve Sundsbø
Elena Sudakova



Lección de danza (1741), de Pietro Longhi, Galleria dell'Accademia, Venecia.







Qu’il devra un jour danser ainsi.





Mas  apiada saber que todo está hecho de la misma materia





martes, 25 de septiembre de 2012

Z + O + O


Flush

Virginia Woolf

Flush es un cocker spaniel de orejas largas, cola ancha y unos "ojos atónitos color avellana". A los pocos meses de su nacimiento es regalado a la famosa poetisa Elizabeth Barrett. Flush se convertirá en su compañero inseparable y, posteriormente, en el cómplice de sus amoríos con el poeta Robert Browning, aunque primero debe superar la animadversión y celos que siente ante su afortunado rival...
Virginia Woolf relató la historia del perro de Elizabeth Barrett con rigor biográfico, recreando una época tan impresionante como la victoriana y consiguiendo una de las obras más deliciosas de la literatura contemporánea. Como señala Quentin Bell, Flush no es el producto específico de un amante de los perros, sino una narración construida a partir del esfuerzo de ver el mundo a través de la mente de un perro, un mundo dominado por los olores, las fidelidades y los deseos caninos.




Herman Melville
El amplio mar, la constante contemplación del horizonte en busca de la presa, la abigarrada tripulación del Pequod, ballenero comandado por un capitán tullido y obsesionado por su venganza... Surgiendo de la profundidad de las aguas, como un espectro, la encarnación del Mal: Moby Dick, la ballena blanca...
Herman Melville (1819-1891) creó la fábula de la ballena blanca hace un siglo y medio. Demonio del mar o símbolo de la belleza, Moby Dick es el personaje principal de una historia fascinante de aventuras, en las que se mezclan el bien y el mal.
Moby Dick, la novela que William Faulkner hubiera querido escribir, ha alcanzado el reconocimiento y el elogio constante que merece una construcción narrativa impecable. La lucha del capitán Ahab, su terrible obsesión y la mítica persecución de la enorme ballena han traspasado fronteras, consiguiendo así la indiscutible categoría de obra maestra de la literatura universal.
"Moby Dick es el paradigma novelístico de lo sublime: un logro fuera de lo común." Harold Bloom






Soy un gato

 Natsume Sōseki


«Soy un gato, aunque todavía no tengo nombre.» Así comienza la primera y más hilarante novela de Natsume Sōseki, una auténtica obra maestra de la literatura japonesa, que narra las aventuras de un desdeñoso felino que cohabita, de modo accidental, con un grupo de grotescos personajes, miembros todos ellos de la bienpensante clase media tokiota: el dispéptico profesor Kushami y su familia, teóricos dueños de la casa donde vive el gato; el mejor amigo del profesor, el charlatán e irritante Meitei; o el joven estudioso Kangetsu, que día sí, día no, intenta arreglárselas para conquistar a la hija de los vecinos. Escrita justo antes de su aclamada novela Botchan, Soy un gato es una sátira descarnada de la burguesía Meiji. Dotada de un ingenio a prueba de bombas y de un humor sardónico, recorre las peripecias de un voluble filósofo gatuno que no se cansa de hacer los comentarios más incisivos sobre la disparatada tropa de seres humanos con la que le ha tocado convivir.
«Soy un gato, aunque todavía no tengo nombre.» Así comienza la primera y más hilarante novela de Natsume Sōseki, una auténtica obra maestra de la literatura japonesa, que narra las aventuras de un desdeñoso felino que cohabita, de modo accidental, con un grupo de grotescos personajes, miembros todos ellos de la bienpensante clase media tokiota: el dispéptico profesor Kushami y su familia, teóricos dueños de la casa donde vive el gato; el mejor amigo del profesor, el charlatán e irritante Meitei; o el joven estudioso Kangetsu, que día sí, día no, intenta arreglárselas para conquistar a la hija de los vecinos. Escrita justo antes de su aclamada novela Botchan, Soy un gato es una sátira descarnada de la burguesía Meiji. Dotada de un ingenio a prueba de bombas y de un humor sardónico, recorre las peripecias de un voluble filósofo gatuno que no se cansa de hacer los comentarios más incisivos sobre la disparatada tropa de seres humanos con la que le ha tocado convivir.

Platero y yo

Juan Ramón Jiménez




Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto y se va al prado y acaricia tibiamente, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: ¿Platero?, y viene a mí con un trotecillo alegre, que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal...



Se considera una de las novelas más importantes del siglo XX. Ha sido traducida a quince idiomas y fue elegida entre las 100 mejores novelas en habla inglesa por la revista Time, además de ganar de forma retrospectiva el premio Hugo de literatura fantástica en 1996.

La obra ha sido adaptada en dos ocasiones. En 1954 se realizó una versión animada británica dirigida por Halas and Batchelor, y en 1999 se realizó una película para televisión con imagen real, dirigida por Joseph Stephenson.





El libro de la selva

Rudyard Kipling (Bombay1865 – Londres1936)
















Edgar Allan Poe
(Boston, 1809 - Baltimore, 1849)

el cuervo

domingo, 12 de agosto de 2012

Instinto de propiedad



Jenny Westfalia en 1835



"Jenny von Westphalen, la aristócrata prusiana que se casó con Marx, con quien tuvo seis hijos, estaba destinada, por linaje, a ser la esposa de un oficial prusiano con fortuna propia y, en realidad, su primer novio fue un alférez que reunía dichas características. Pero se enamoró de un doctor en Filosofía, versado en las ideas de Hegel, cuya fuerza intelectual la intimidaba y con quien viviría una azarosa vida de exilios y penurias..."



"...Jenny Marx fue, asimismo, la secretaria eficaz de su marido, el ama de casa que soportó las condiciones, a menudo miserables, que rodearon sus vidas, la defensora incansable de la actividad de Marx, por errática que ésta fuera, y, sin duda alguna, su compañera fiel hasta su propia muerte. Dada la incomprensible caligrafía de Marx, parece que sólo Engels y Jenny eran capaces de poner en limpio, y hacer legibles, sus escritos; pero casi siempre el trabajo recaía en Jenny, por razones de proximidad física. Y sin los esfuerzos de ésta, es muy posible que algunos escritos se hubieran perdido."




Tres personajes sobre fondo rojo
Catedrático de Economía aplicada.
Revista de Libros

"No era aceptable que una baronesa iniciara una relación con un hombre que no se hubiera “establecido” económicamente! Pero Marx nunca lo estará, algo que a Jenny no le importó." 


"Jennifer von Westphalen abandonó su cuna privilegiada para sumarse a la causa proletaria, comprendió plenamente a uno de los hombres más importantes de la historia y compartió con él, no sólo el amor y una familia, sino el profundo anhelo de un mundo liberado de la explotación descarnada de millones de trabajadores y trabajadoras, por un puñado de parásitos. Como escribiera Karl Marx, “quienquiera que conozca la historia sabe que los grandes cambios sociales son imposibles sin el fermento femenino”. Jenny es una de esas mujeres que deseó, previó y supo acompañar el germen de esos cambios sociales, con pasión y fortaleza."
Rebelion. Jennifer von Westphalen
Laura Marx, hija de Karl y Jenny.






Friedrich Engels




En 1844 se adhirió definitivamente al socialismo y entabló una duradera amistad con Marx. En lo sucesivo, ambos pensadores colaborarían estrechamente, publicando juntos obras como La Sagrada Familia (1844), La ideología alemana (1844-46) y el Manifiesto Comunista (1848). Aunque corresponde a Marx la primacía en el liderazgo socialista, Engels ejerció una gran influencia sobre él: le acercó al conocimiento del movimiento obrero inglés y atrajo su atención hacia la crítica de la teoría económica clásica. Fue también él quien, gracias a la desahogada situación económica de la que disfrutaba como empresario, aportó a Marx la ayuda económica necesaria para mantenerse y escribir El Capital, e incluso publicó los dos últimos tomos de la obra después de la muerte de su amigo.
La amistad de Marx y Engels contendrá una serie de rasgos excepcionales. Además de la mutua simpatía surgida de la afinidad de sus caracteres, es una comunidad de ideales lo que los moverá a hermanarse para luchar, hombro con hombro, tanto en la palestra política como en la vida cotidiana, y a emprender juntos una reflexión teórica que originará obras tan fundamentales para el pensamiento marxista como el Manifiesto comunista. Además, Engels era hijo de un rico industrial de Manchester y pudo sostener económicamente a Marx en los peores momentos.






Aunque corresponde a Marx la primacía en el liderazgo socialista, Engels ejerció una gran influencia sobre él: le acercó al conocimiento del movimiento obrero inglés y atrajo su atención hacia la crítica de la teoría económica clásica. Fue también él quien, gracias a la desahogada situación económica de la que disfrutaba como empresario, aportó a Marx la ayuda económica necesaria para mantenerse y escribir El Capital, e incluso publicó los dos últimos tomos de la obra después de la muerte de su amigo.




Sobre qué es lo "propio" para entrar en sociedad, pasar a la historia, dejar escuela y legar un buen fajo de correspondencia.


Como sabemos, en Berlin Marx ingresó al grupo de los Hegelianos de izquierda en el que Bruno Bauer era figura principal. Era este un teólogo, "lector" de tal materia en la universidad y un especialista en Sagrada Escritura y en particular en la crítica del Nuevo Testamento. Fue profesor de Marx en un curso sobre la figura bíblica del profeta Isaías. Fue Bauer uno de los que ayudó a Marx a disuadirse de estudiar leyes -como quería su padre- y a cambio de eso lo estimuló a estudiar filosofía:
"Seria estúpido -escribe Bauer a Marx- que te dedicaras a una profesión práctica. La teoría es ahora la práctica más vigorosa y somos incapaces de predecir en qué gran medida se hará práctica"

El Club de los Doctores combinaba la discusión teórica con la bohemia y la expansión puramente juvenil. El padre de Marx, un poco molesto por los excesivos gastos de su hijo, escribió en esos años:
"La degeneración con traje elegante y pelo despeinado ha reemplazado la degeneración con cerveza". 




 Karl Marx, en 1843, antes de ingresar como periodista en los Anales franco-alemanes, escribe:
  "Apenas firme el contrato saldré para Kreuznach y me casaré... sin romanticismo puedo decirte que estoy enamorado hasta los huesos y del modo más serio posible"


Marx podía ser un trabajador incansanble, pero desde sus jóvenes años de Bonn se había mostrado amigo de la bohemia, de la broma, de la tertulia y de la cerveza y entre estas la Pilsen. De los días de Bruselas se cuenta que jugaba mucho a las cartas, dormía con amigos en los sofas, luego temprano cogían un tren a un pueblíto cercano y allí permanecían todo el día bebiendo, conversando y distrayéndose hasta que viniera el último tren.





Marx era capaz de permanecer diez horas seguidas en el Museo Británico y de vuelta a su casa continuaba trabajando hasta las dos de la mañana. Se levantaba normalmente entre las 8 y las 9, tomaba café, leía los periódicos del día y reiniciaba su trabajo interrumpido apenas por las reuniones políticas o las visitas de amigos, camaradas o personas que buscaban su ayuda.
Era un fumador salvaje:
"El Capital -declaró- no pagaría los cigarros que me fumé mientras lo escribía".


El espía prusiano qué visitó a Marx mientras vivía en Londres:
"Cuando se entra en la habitación de Marx el humo del tabaco hace llorar los ojos tanto que por un momento parece que uno está tanteando en una caverna".
Gustaba de pensar y discutir paseando: peripatéticamente, que dijéramos. Y este hábito de caminar lo realizaba inclusive, y muchas veces, en su propio estudio donde sobre la alfombra se había marcado con el tiempo el camino que Marx solía recorrer entre la puerta y la ventana del cuarto. Recibía diariamente la visita de algunos pocos amigos: por ejemplo la de Liebknecht en los años 50 y 60 y la de Engels a partir de 1870 en que este fue a residir a Londres. Se cuenta que en la alfombra había también otro camino diagonal que era el transitado por Engels, pues ambos conversaban paseando. Escribía a Engels una carta por lo menos cada dos días mientras éste estuvo ausente.




REVISTA COLOMBIANA DE SOCIOLOGIA
Carlos Uribe
Marx, el hombre