viernes, 24 de junio de 2011

Nada es una interrogación…, viva, anhelante

Carmen Laforet

Principio de Nada


Por dificultades en el último momento para adquirir billetes, llegué a Barcelona a medianoche, en un tren distinto del que había anunciado, y no me esperaba nadie.
Era la primera vez que viajaba sola, pero no estaba asustada; por el contrario, me parecía una aventura agradable y excitante aquella profunda libertad en la noche. La sangre, después del viaje largo y cansado, me empezaba a circular en las piernas entumecidas y con una sonrisa de asombro miraba la gran Estación de Francia y los grupos que estaban esperando el expreso y los que llegábamos con tres horas de retraso.
El olor especial, el gran rumor de la gente, las luces siempre tristes, tenían para mí un gran encanto, ya que envolvía todas mis impresiones en la maravilla de haber llegado por fin a una ciudad grande, adorada en mis sueños por desconocida.
Empecé a seguir –una gota entre la corriente- el rumbo de la masa humana que, cargada de maletas, se volcaba en la salida. Mi equipaje era un maletón muy pesado  -porque estaba casi lleno de libros- y lo llevaba yo misma con toda la fuerza de mi juventud y de mi ansiosa expectación.
Un aire marino, pesado y fresco, entró en mis pulmones con la primera sensación confusa de la ciudad: una masa de casas dormidas, de establecimientos cerrados, de faroles como centinelas borrachos de soledad. Una respiración grande, dificultosa, venía con el cuchicheo de la madrugada. Muy cerca, a mi espalda, enfrente de las callejuelas misteriosas que conducen al Borne, sobre mi corazón excitado, estaba el mar.

lunes, 20 de junio de 2011

Sustituir guerra por crisis

¿Recuerdan aquello de que cuando la población ha crecido demasiado, y los recursos están demasiado escondidos para repartirlos, tiene que haber una guerra que lo limpie y lo reubique todo? Aún puede oírse hoy en día, es una tesis popular, no del todo increible.
Se me ocurre que las sociedades llamadas democráticas no podrían hoy en día utilizar ese sistema de limpieza en seco, sin malograr su reputación, su precario equilibrio triangular de confort, consumismo y explotación diferida, y su tela de arácnido internacional.
Queda entonces: la crisis, los mismos efectos de barrido sobre negocios tradicionales, llevados toda la vida por pequeños y medios comerciantes, recortes, despidos ...¿No son bajas, heridos, muertos? ¿No son ciudades en ruina y toques de queda? ¿No es, otra vez, bajo  máscara de no-responsabilidad, no-violencia  y no-solvencia, una forma de reconstrucción a medio o largo plazo? ¿No es un futuro para los jóvenes lo que el mundo se está jugando? ¿Otro futuro sobre víctimas? Habrá que acordarse de los soldados muertos, aunque no se vean.
Y si además los violentos son los otros, "a mí que me registren".