miércoles, 31 de julio de 2013

Malas hierbas

La mandrágora, de Friedrich de La Motte Fouqué


Del barón de La Motte Fouqué (1777-1843) el lector español apenas conocerá un puñado de textos: su famosa novela corta Ondina, traducida en numerosas ocasiones; y un par de pequeños cuentos: Los enanitos y La caja mágica, publicados hace ya algunos años por Olañeta en su colección “Los pequeños bibliófilos”. Sin ser un texto demasiado relevante, La mandrágora (1810) reúne los suficientes encantos como para que pueda ser leído con deleite por, al menos, todos los devotos del cuento romántico alemán; es decir, de escritores como Tieck, Chamisso, Contessa, Eichendorf… Como algunos de los anteriores, La Motte Fouqué fue también amigo del polifacético E.T.A. Hoffmann (al que sumistró el libreto para su ópera Undine), y participó bajo el nombre de Lothar en sus fantasmagóricas veladas literarias en honor de San Serapión. En La madrágora se nos narran las tribulaciones fantásticas de un joven alemán que visita la feliz y soleada Italia (la fascinación de los escritores y artistas alemanes por Italia daría para escribir una enciclopedia). Reichard no es, sin embargo, un artista, sino un comerciante devoto de las féminas, el juego y la bebida (la triple perdición del hombre); y este pequeño detalle señala ya a qué altura se va a desarrollar su aventura veneciana (la elección de la ciudad no es inocente). La espiral de disipación a la que se entrega con alegría el protagonista le pondrá pronto en manos de un siniestro capitán español (el diablo es de aquí, ¿no?), que le traspasará la mandrágora: “diablillos negros encerrados en frasquitos”, que cumplen casi todos los deseos, especialmente los de dinero (el que haya leído El diablo de la botella de Stevenson podrá hacerse una idea aproximada de lo que sucede después). A estas alturas nos resulta difícil concederle ningún crédito moral al atolondrado Reichard: ingenuo y fatuo (confunde a una prostituta con una aristócrata rendida a sus encantos), necio (regatea con el capitán español en su contra), y cobarde y egoísta (intenta traspasar la mandrágora con engaños). Solo una providencia muy generosa puede explicar que al final se libre del maldito engorro. El temible caballero que le soluciona la papeleta (y que escala los acantilados de manera tan impagable) se merece, como poco, disfrutar del frasquito durante muchos años.
Esta edición de La mandrágora nos la ofrece la editorial Nortesur, traducida por Jorge Seca y acompañada de un interesante postfacio del mismo traductor. Una detallada tabla cronológica y una bibliografía selecta, escritas por Domingo Rodríguez Romero, completan este cuidado y primoroso librito.





A

domingo, 21 de julio de 2013

Esterismo


Durante los primeros dos o tres años de vida me llevaban con frecuencia a casa de este hombre:



José Parrilla. El profesor de amor.


Allí me daban unos platos hondos llenos de avena hasta el borde y, junto con los niños que traían otros visitantes, me ponían a dormir una siesta casi nocturna en una gran habitación rectangular con media docena de camas en fila.
Él me regaló mi primera muñeca: Puppekin, de ojos castaños, con pestañas como cepillos y más alta que yo.




(Montevideo1923 - Levens1994) fue un poeta uruguayo, creador de la escuela-movimiento denominada Esterismo.





Lo he reencontrado en la red:


Poco se sabe de la vida de José Parrilla, sin adscripción a movimientos literarios, cercano al dadaísmo y al surrealismo de los que renegaba y contemporáneo de la generación del 45 que lo ignoró. Carlos Brandy lo llamó el enfant terrible de los cuarenta montevideanos. Deambulaba por las calles y los cafés ataviado con un batón de luto repartiendo a los transeúntes tarjetas que rezaban "José Parrilla: Profesor del amor".1
Se ha dicho que luego de un intento de suicidio fue internado en el Hospital Vilardebó y después permaneció como funcionario del mismo y que dedicaba su salario a arrendar espacios donde hacía sus propias presentaciones de lectura de poesía a las que no asistía nadie y a dar largos paseos en taxi por la ciudad.2
La controversial poesía de Parrilla, con títulos como "El elogio del miembro", "La llave en la cerradura" y otros de alta carga erótica y retórica surrealista fue poco publicada, él mismo realizaba las copias que entregaba a todo aquél que estuviera dispuesto a leerlas. En 1943 aparece un delgado volumen impreso en Talleres Gráficos 33 titulado “Ediciones Ester presenta: La llave en la cerradura del poeta José Parrilla” con cuatro extensos poemas de verso libre.3
Seguidor de Juan Carlos Onetti y gran admirador de su obra, publica el capítulo 13 de su único texto en prosa conocido "El cazador de moscas" en Marcha el 23 de junio de 1943, fragmento de una novela inédita, de clara influencia onettiana.
Fue amigo y protector de Raúl Javiel Cabrera (Cabrerita), le dio alojamiento y lo incentivó con sus pinturas, sus nombres han permanecido siempre asociados. Antes de viajar a Europa lo dejó bajo la protección de su hermana Lucy, con quien vivió hasta que ella fuera desalojada de su vivienda. Luego Cabrerita estuvo internado en hospitales siquiátricos los siguientes 30 años. En 1983 Parrilla lo invitó a Niza, donde Cabrerita permanecería junto a él por casi un año, para luego regresar a Uruguay.4
El Esterismo, término probablemente derivado de Ester, el personaje de la prostituta de "El pozo" de Onetti es, según la denominación de su creador, un movimiento de arte popular anónimo y colectivo. Fue fundado por Parrilla en 1944 y propone una línea de comunicación virginal con el universo a través de una niña (tal vez relacionada con las niñas de las pinturas de Cabrerita), capaz de encontrar la clave del arte universal.3
Se casó con la pintora Alma Castillo con quien tuvo dos hijos. En 1947, poco después del nacimiento de su primer hijo, Parrilla se traslada con su familia a España. En 1954, Alma regresó con sus hijos a Montevideo. En 1958 Parrilla se trasladó a Niza y en 1960 se radicó en Levens.4 En su periplo europeo se convirtió en líder de una comunidad artística que suscribe sus ideas como movimiento esencial, publica con regularidad boletines esteristas. Parrilla aparece rodeado de un gran misterio y con rumores de haberse convertido en supremo sacerdote de su propia secta, que continuaría existiendo aún después de su muerte.5 6
En 2008 la Editorial Yaugurú publicó "El profesor del amor. Obra completa de José Parrilla", Biblioteca Nacional.

Referencias

 Juan de Marsilio, El País (18 de diciembre de 2009). «Cabrerita, Parrilla y la peña del Yatasto». 

  1.  Carlos Maggi, El País (6 de mayo de 2012). «José Parrilla en París». 
  2. ↑ a b Pablo Rocca, El País Cultural, El País (11 de febrero de 1994). «El misterioso José Parrilla: Un poeta maldito y extraviado». 
  3. ↑ a b Rocca, Pablo Thiago (11 de mayo de 2012). «La única vanguardia nacida en Uruguay». Semanario Brecha, p. 22 y 23.
  4.  Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad de la República. «PARRILLA, José y Raúl J. CABRERA (Cabrerita)». 
  5.  La Máquina de Pensar, Radio Uruguay. «Entrevista a Magali Satgé desde París (Audio)». 


Hoy pienso que la huella que me dejó Parrilla es más fuerte de lo que he percibido durante los 50 años posteriores.
Por ejemplo, aquello que decía, no como lamento, sino como declaración escatológica de principios:

"En la vida, todo es mierda"

miércoles, 17 de julio de 2013

Vilhelm Hammershøi, interiorista.




El interior no es un lugar, es un punto de vista relativo al lugar.











Cuanto más nos adentramos, más afuera encontramos
 (Tobie Nathan, etnopsicoanalista)





Hammershøi y Dreyer