martes, 20 de diciembre de 2016

Los nabis

Edouard Vuillard 

Félix Vallotton
Autorretrato



Pierre Bonnard



Au pays de la mer. Douleur

Charles Cottet




Maurice Denis, Homenaje a Cezanne, 1900.

Se dice que este cuadro tiene la relevancia de un manifesto. El cuadro representa una reunión celebrada en casa del mercante de cuadros Ambrois Vollard con motivo de celebrar la influencia de Cezanne. La mayoría de los aquí presentes  después formaron la generación Nabïs.

Oscar Wilde et Romain Coolus 

Programme pour "Raphaël et Salomé"

Toulouse-Lautrec
Paul Serusier




EL SIMBOLISMO Y LOS NABIS


Ker-Xavier Roussel









viernes, 16 de diciembre de 2016

Maestros del agua

Antoni Gelabert


Fitz Hugh Lane

Claude Monet
Winslow Homer



Iván Aivazovski

Mary Cassat

John Constable



Lluvia. Bosquejos y Dibujos de Vincent Van Gogh







Paul Signac

Emile Bernard 


 Edward Hopper

Benito Rebolledo

Vittorio Matteo Corcos

Vittorio Matteo Corcos

Joaquín Sorolla
Katsushika Hokusai



viernes, 2 de diciembre de 2016

Narcisos

Caravaggio 

John William Waterhouse Echo and Narcisse, 1903


Poussin

Michael Nicolas Bernard Lepicie
Narcissus

Richard Baxter - Narcissus and Echo (2000) - Detail




En la mitología griega, Narciso (en griego, Νάρκισσος) era un joven muy hermoso. Las doncellas se enamoraban de él, pero éste las rechazaba. Entre las jóvenes heridas por su amor estaba la ninfa Eco, quien había disgustado a Hera y por ello ésta la había condenado a repetir las últimas palabras de aquello que se le dijera. Por tanto, era incapaz de hablarle a Narciso por su amor, pero un día, cuando él estaba caminando por el bosque, acabó apartándose de sus compañeros. Cuando él preguntó «¿Hay alguien aquí?», Eco respondió: «Aquí, aquí». Incapaz de verla oculta entre los árboles, Narciso le gritó: «¡Ven!». Después de responder Eco salió de entre los árboles con los brazos abiertos. Narciso cruelmente se negó a aceptar su amor, por lo que la ninfa, desolada, se ocultó en una cueva y allí se consumió hasta que sólo quedó su voz.
Para castigar a Narciso por su engreimiento, Némesis, la diosa de la venganza, hizo que se enamorara de su propia imagen reflejada en una fuente. En una contemplación absorta, incapaz de apartarse de su imagen, acabó arrojándose a las aguas. En el sitio donde su cuerpo había caído, creció una hermosa flor, que hizo honor al nombre y la memoria de Narciso.


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