miércoles, 28 de mayo de 2014

AGATHA CHRISTIE 1890 - 1976





No es la escritora profunda, sensual, retorcida. No es romántica, ni autobiográfica. No es despiadada, hipersensible, virtuosa, ni tampoco experimental o poética. Pero es única. Fue ella quien comprendió definitivamente la naturaleza del lector, aquel que desea con todas sus fuerzas que le decepcionen, que no quiere encontrar el camino hacia un mítico lugar del crimen, aunque se involucre en ello tanto como el autor. Fue ella la que supo domar el espacio con palabras que eran imágenes: paisajes grises, azules, verdes, plateados. Ingleses. Una exagerada preocupación por el clima, una vida social hirviendo en el té, un criminal con levita, una mente intachable, anciana o belga. Todas las cosas puestas como estaban.






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