miércoles, 25 de mayo de 2016

Brassaï


Las fotografías de Brassaï, seudónimo con el que se conoce al fotógrafo francés Gyula Halász (1899-1984), evocan el universo artístico e intelectual del París de los años treinta. Brassaï, nacido en Hungría, llegó a la capital francesa en 1924. Allí ejerció el oficio de periodista, a través del cual entró en el mundo de la fotografía.

Sus primeras obras coinciden con el auge del surrealismo en Francia, movimiento que otorgaba un papel central a la fotografía en la creación literaria. La imagen fotográfica formaba parte del texto surrealista pues, además de ejercer la función de documento gráfico, propiciaba el desdoblamiento de la personalidad poética como sujeto y objeto simultáneamente.

Aunque Brassaï siempre negó su pertenencia al movimiento surrealista, las coincidencias con este son significativas. Las imágenes que captó del París nocturno y secreto de los años treinta, por ejemplo, revelan la misma atracción hacia la ciudad, la magia nocturna y el universo onírico que expresaban los surrealistas. 

A pesar de todas estas conexiones, conviene aclarar que las fotografías de Brassaï, junto con un componente claramente surrealista, tienen otro que se fundamenta en la tradición realista, y que por tanto, es ajeno a aquel movimiento artístico. Sin caer en la fotografía meramente documental, Brassaï obtenía imágenes evocadoras que condensaban la atmósfera de un momento o de una época, acercándose a la noción de lo "fantástico social" definida por Pierre Mac Orlan. Las fotografías de personajes del París nocturno, por ejemplo, se hallan en esta línea: son imágenes descritas mediante recursos poéticos. Por eso podemos decir que Brassaï no es un reportero gráfico, sino un poeta con una cámara.

En cualquier caso, la obra de Brassaï no se agota con los postulados surrealistas, pues sus fotografías se hacían eco de las nuevas preocupaciones intelectuales que surgirían con la década de los cuarenta: el interés fenomenológico por las cosas o la cultura popular, por citar algunas.








viernes, 20 de mayo de 2016

Chapeau

LARRY HOWE COMMEMORATES CHAPLIN’S INFLUENCE


La pamela.

  Laos

 Kurdistan, Francesco Cabras 

Akha Hill, China

“Austin Lane Crothers, photograph of head with top hat” by Bain News

Mongolia

Leonard Bentley, Trafalgar Square 1904 

La belle époque


jueves, 19 de mayo de 2016

Somewhere in Time










"Somewhere in Time" de Richard Matheson, cuya traducción sería Algún lugar en el Tiempo, 1975.

 Richard Matheson es un reconocido  escritor de ciencia ficción:  "Soy Leyenda" y "El Hombre Menguante" son grandes libros del género y logran reconstruir a la perfección las extrañas circunstancias que atraviesan sus personajes. 
He leído ambos y los disfruté mucho. 
Me agrada la ciencia-ficción. Ray Bradbury me encanta.
Cuando supe de Somewhere in Time me sorprendió mucho que fuese una creación de Matheson, ya que la consideraba como un relato de época.
Sin embargo, la extraña unión de ambas cosas (relato de época/ciencia ficción) dan vida a una extraordinaria historia de romance que te conquista desde el primer párrafo.
Existen dos tiempos distintos en el relato, el principal es la narración de la historia en sí misma que veremos a través de los ojos de Richard Collier, el protagonista.
Este uso de la primera persona (como sucede en Jane Eyre) intensifica la sensación de identificación que tenemos al leer el libro, pues vivimos el punto de vista del personaje narrador.
El segundo tiempo es un prólogo y un epílogo del hermano de Richard, quien recopila y publica su historia y tiene una visión completamente distinta de todo lo acontecido.




Por los caminos del azar y huyendo de una ruta demasiado transitada, llega por casualidad a un viejo hotel a la orilla del mar que lo fascina por su aspecto antiguo y la tranquilidad del ambiente, allí se instala y comienza a pensar en cómo habría sido el espléndido pasado del edificio.

Su enfermedad se le manifiesta mediante fortísimos dolores de cabeza que duran horas y suelen aparecer en la mañana, pero aparte de eso se siente bien.
Una mañana, haciendo tiempo para almorzar, visita una exposición de historia del hotel donde se muestran objetos de  finales del siglo XIX o inicios del XX.
Parte de la muestra recuerda a una célebre actriz que representó una obra allí mismo, en el teatro del hotel, en Noviembre de 1896.


 Al ver la fotografía de Elise McKenna...

miércoles, 18 de mayo de 2016

El don de Coppola



Toda obra que define el signo y el carácter de su tiempo está condenada a soportar tantas lecturas como lectores. El éxito incontestable de 'El Padrino' en sus 40 años de vida en gran parte descansa en que cada espectador vio en ella el perfecto resumen de sí mismo. Cuando el 15 de marzo de 1972 se estrenó la película de Coppola, los hubo que vieron en ella el retrato perfecto de una forma de hacer política moribunda.Ante la incompetencia del Estado (llamémosle liberal-democrático) sólo queda el sentido de la justicia de 'la familia' convertida en brazo ejecutor de un subestado corporativista. Mussolini, por no movernos de Italia, no lo hubiera expresado mejor. Ni Andreotti, tampoco.
Ya desde la primera, genial y memorable secuencia en que la cabeza de Don Vito surge entre las sombras ante los sollozos de un pobre hombre que reclama venganza por la violación de su hija, anuncia el 'pathos' de todo lo que vendrá después. La lucha interna de Michael, el heredero, por evitar el destino sangriento de su saga no es más que la de la Historia entera de la Humanidad por vivir entre reglas más allá de, precisamente, las no-reglas de la sangre. Hablamos, para entendernos, de disyuntiva excluyente entre la civilización o la mafia.

principios de los 70, con Hollywood entero enfermo del mismo malestar que la sociedad global (no sólo americana), la película cayó como una iluminación. El mensaje que transmitía, y de ahí su éxito, no fue otro que el de denunciar a una clase política incapaz de hacerse cargo de cuitas tan evidentes como la del pobre Bonasera, dueño de una funeraria (el de la hija violada). No olvidemos que la cinta se estrenó pocos días antes del escándalo Watergate. El propio Coppola en unas accidentadas y confusas declaraciones no dudó en comparar a Don Vito con Nixon para que quedara claro quién era, pese a su crepuscular encanto, el villano de la historia.

El don de Coppola.



lunes, 16 de mayo de 2016

ISLAS Y TINIEBLAS

Kees van Dongen





"Era preciso que ella se encontrase allí." 
(Villiers de l'Isle Adam)




José Escuder era el único varón de cuatro hermanos y el heredero de las propiedades filipinas. Sus hermanas Carmen y Piedad fueron las primeras en pisar una península; eran gemelas, y cuando una se casó con un catalán y después se marchó a vivir a Barcelona —a una hermosa torre en el paseo de la Bonanova—, no pudo separarse de la otra y se la llevó consigo. Milagros se prometió al hijo de otro colono que poseía tierras en Tenerife; su vida transcurría alternando temporadas entre las Filipinas y las Canarias, siempre viajando con su hija Rocío. Carmen, la gemela que quedó soltera, era apacible y beata; Piedad era silenciosa y desconfiada; Milagros, autoritaria; eran domésticamente conocidas con los apelativos de tita Pi y tita Mi. La casa de la Bonanova fue adquiriendo tintes oscuros con el tiempo. Las gemelas se entendían casi sin hablar, el silencio era de una consistencia tan espesa que Mario lo recordaría siempre con escalofríos. Sólo las cortinas, gaseosas y blancas, esparcidas a lo largo de los grandes ventanales de una gran tribuna, daban algo de luz a la vida de las dos mujeres: siamesas sin apéndice físico, sorprendía la una con apariciones imposibles cuando se estaba seguro de que era la otra quien debía asomar... A todos visitó el fantasma —la idea— de que el marido había dormido con las dos, acaso sin saberlo; se dijo incluso que él existía, que aullaba de noche cuando Carmen, la soltera, tomaba baños de sal durante las madrugadas de invierno aduciendo un mal circulatorio. Que se reflejaba su imagen en los ventanales cuando habían limpiado sus retratos... que amaba de veras a la otra, a la soltera, pero que ella lo despreció y, por un motivo inconfesable que las hermanas no iban a revelar jamás, lo instigó a su matrimonio con Piedad.

Carmen acudió a la ceremonia con un rancio vestido de novia, desempolvado de un arca del ajuar Escuder, mientras que su hermana, la que se casaba de veras, lucía un último modelo, sin cola y con una pamela que le cubría los ojos. Fue como asistir a una boda en dos tiempos: la novia recién salida de las páginas de Fifth Avenue Fashions, y una antepasada idéntica, vuelta de la tumba e impávida como una escayola. Al anochecer la fiesta culminó con un tinikling llevado gentilmente por Radio España, los bambúes picaban tan fuerte que el suelo retumbaba y parecía que fuera a desencadenarse un terremoto. Un estrépito vertiginoso y la ingenua jota filipina que tuvo que bailar Carmen Escuder —la novia soltera vestida a la antigua— fueron motivo de chismorreo durante décadas, chismorreo que más tarde se convirtió en el cimiento oral de su leyenda. El programa folclórico estaba previsto hasta las doce, hora en que los novios y su gemela soltera debían desaparecer dentro de un Morgan Plus decorado con cintas, pero una tormenta de alisios volcó todos los muebles del banquete inundando las salas de baile,
se llevó el equipaje en una riada, rompió los cristales empapando a los invitados, destrozó el pastel y arruinó la fiesta y la luna de miel.

Parecía que en aquellas gemelas la identidad de sus respectivas formas no era más que una mutua pasión vampírica. Una vez alguien las vio sonreír ante un féretro y hablar la una con la otra con palabras que no emitían sonidos articulados, sus bocas silabeando —como violines insonoros e invisibles— una melodía remota y triste.


Donde hay nilad.
DPS
Menoscuarto, 2010


miércoles, 11 de mayo de 2016

El misterio de volar y morir

La piloto, a los mandos de su avión.

Hermosa, osada y exitosa: Amelia Earhart lo tiene todo para convertirse en leyenda, con una vida digna de una película de Hollywood. Hace 75 años, la piloto desapareció sin dejar rastro. Una nueva búsqueda pretende ahora aclarar definitivamente los secretos de un vuelo con el que pretendía convertirse en la primera mujer en dar la vuelta al mundo en avión y que nunca llegó a terminar.









En un viaje de esos para conseguir Bonos de Guerra, Carole Lombard y todo el pasaje del avión en el que iban se estrellaron contra un muro de piedra a pocos kilómetros de Las Vegas. Por lo visto, el piloto no reseteó no se qué historia (una especie de compass) e iban en una dirección totalmente errónea.

La extraña muerte de Carole Lombard






En el último año de la Segunda Guerra Mundial, la desaparición del afamado músico Glenn Miller cuando iba desde Inglaterra a divertir a las tropas estacionadas en Europa conmovió a sus admiradores. Desde hace cuatro décadas, el misterio sigue sin resolverse.








El misterio que rodea la muerte de Saint- Exupéry engrandece la figura del literato que desapareció en 1944 mientras tripulaba, en su última misión, un avión modelo P-38 que no volvió a localizarse hasta 60 años después. En 2008 el piloto alemán Horst Rippert se declaró responsable del tiro que alcanzó al aparato del escritor; sin embargo su testimonio no puso fin a la controversia.

Antoine de Saint-Exupéry, el autor que puso a volar a ‘El Principito’










Leslie Howard era un actor británico nacido en Londres en 1893, que saltó a la fama especialmente por su papel en la película Lo que el viento se llevó filmada en 1939, exactamente el mismo año en que Gran Bretaña entró en la Segunda Guerra Mundial. Desde el mismo estallido del conflicto, Howard aprovechó su condición de artista para contribuir al esfuerzo bélico de su patria. Probablemente nunca imaginaría que intentando triunfar en su carrera, sería víctima de una de las tragedias aéreas más polémicas de la guerra.
Para Mayo de 1943 Leslie Howard viajó a España. El motivo de su visita era el de dar un discurso en el Instituto Británico de Madrid acerca de una de las más aclamadas obras históricas inglesas, Hamlet, Príncipe de Dinamarca del escritor William Shakespeare. Pero lo cierto es que había intenciones secundarias, ya que gracias a su amistad con la actriz española Conchita Montenegro, casada con Ricardo Giménez Arnau, delegado del Servicio Exterior de Falange, tuvo la ocasión de intercambiar unas palabras con el mismo Jefe del Estado, Francisco Franco, el cual le ofreció el papel de protagonista en una película sobre Cristobal Colón.



Uno de los personajes más fascinantes de Macondo. Remedios es una mujer bellísima y extraña, elemental y pura, que vive como ajena a la vida ordinaria. Su belleza enciende el deseo de los hombres, pero aquellos que intentan consumarlo  mueren de forma inesperada. Veamos el poético final de la historia de tan insólita mujer.


-¿Te sientes mal? -le preguntó. 


   Remedios, la bella, que tenía agarrada la sábana por el otro extremo, hizo una sonrisa de lástima.  



   -Al contrario -dijo-, nunca me he sentido mejor. 



   Acabó de decirlo, cuando Fernanda sintió que un delicado viento de luz le arrancó las sábanas de las manos y las desplegó en toda su amplitud. Amaranta sintió un temblor misterioso en los encajes de sus pollerines y trató de agarrarse de la sábana para no caer, en el instante en que Remedios, la bella, empezaba a elevarse. Úrsula, ya casi ciega, fue la única que tuvo serenidad para identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced de la luz, viendo a Remedios, la bella, que le decía adiós con la mano, entre el deslumbrante aleteo de las sábanas que subían con ella, que abandonaban con ella el aire de los escarabajos y las dalias, y pasaban con ella a través del aire donde terminaban las cuatro de la tarde, y se perdieron con ella para siempre en los altos aires donde no podían alcanzarla ni los más altos pájaros de la memoria. 

REMEDIOS, LA BELLA




domingo, 8 de mayo de 2016

William Blake, el don poético.

Newton” (1795-1805)

El cuerpo de Abel descubierto por Adán y Eva



Sueño de una noche de verano




Jesús visita a Marta y a María



Nuestra Señora con Jesús 




La tentación de Eva
La rosa enferma


Estás enferma, ¡oh rosa!

El gusano invisible,
que vuela, por la noche,
en el aullar del viento,


tu lecho descubrió

de alegría escarlata,
y su amor sombrío y secreto
consume tu vida.


Versión de Màrie Montand





miércoles, 4 de mayo de 2016

Henri-Edmond Cross

Bañistas, c.1892/ 1895

Saint-Clair Paisaje

Bañistas, 1899-1902



The Washerwoman



El pelo



Regata en Venecia

L'Air du soir 

El Aire de la tarde


En abril de 1893, Henri-Edmond Cross, instalado desde hacía dos años en el Sur de Francia, recibió una carta por la cual su amigo, el pintor Paul Signac, le propone: "¿Porqué, ya que a ambos nos gusta y conocemos este país del sol, no intentaríamos en común, erigirle un monumento decorativo?". Para Signac este monumento se convertirá en En la época de armonía que integró el ayuntamiento de Montreuil y para Cross será El Aire de la tarde.



El pintor ha elegido representar un atardecer, cuando el calor y la luz se apaciguan. Todo en su obra traduce la plenitud del momento representado: la suavidad del sol poniente, la armoniosa composición en cuya se equilibran las horizontales y verticales, las figuras con poses suspendidas en el tiempo.

Si el pintor sigue fiel a la técnica neo-impresionista del punto, debe no obstante adaptarla al gran formato de su composición. Por lo que utiliza entonces una amplia pincelada rectangular que, creando un efecto de mosaico, intensifica el carácter decorativo del cuadro.
Las ambiciones decorativas de la obra, nuevas en el artista, como la disposición clásica de la composición en la que las figuras se integran perfectamente en un paisaje ideal, son una filiación directa del Dulce país de Puvis de Chavannes hoy conservado en el museo Bonnat de Bayona.

Presentada en la IIIa exposición del grupo neo-impresionista, y después en el Salón de los Independientes de 1894, la obra fue luego regalada por el pintor a Signac. Fue en el comedor de éste, en La Hune, que Henri Matisse descubrió la obra y se inspiró de esta él también en Lujo, calma y voluptuosidad.