miércoles, 4 de abril de 2018

Rusiñol, el espacio



En otoño de 1891, Santiago Rusiñol, yendo a Vilanova i la Geltru con el pintor Eliseu Meifren para visitar el museo Victor Balaguer, al pasar por Sitges, lo reconoce Rossend Bartes, quien lo para y lo invita a cenar. Estará un mes y medio. Enamorado de la villa y de la amabilidad de la gente, decide que es el lugar donde querría echar raíces.


Queda fascinado por los rincones de Sitges y compone los primeros cuadros de patios; entre otros, los patios azules, pintados entre 1891 y  1893, que difundirá y hará famosos. En estas escenas exhibe la riqueza cromática de los espacios y los objetos, pero sin estridencias.


También hace numerosos dibujos de personajes --amigos y vecinos--, que capta en actitudes cotidianas en las plazas, calles, patios y cafés.


Rusiñol convierte Sitges en el centro donde convergen las aspiraciones de renovación vital y artística de Cataluña, de escritores, músicos, artistas plásticos e intelectuales. Organiza la primera fiesta modernista, con una gran exposición de pintura como alternativa al arte oficial y academicista. Esta primera fiesta irá seguida de cuatro más, la última en 1899. 


El 1893, Rusiñol compra una casa en Sitges, donde instala su estudio y su colección de obras de arte, antigüedades y objetos de hierro, que dan nombre al lugar, conocido como Cau Ferrat, y que se convierte en la Meca del modernismo.


Entre 1893 y 1894 se perfila el nuevo sentido estético de Rusiñol, impregnado de ideas de tendencia simbolista, que van conformando su sentido de la modernidad. Un buen ejemplo es la segunda fiesta modernista, en 1893, durante la cual organiza un concierto de música simbolista y se representa la obra de teatro La intrusa, de Maurice Maeterlinck, dirigida por Rusiñol y Casas.


A pesar de que la pintura del artista todavía es naturalista, inicia un cambio influido por el simbolismo  belga y francés. En este sentido, acoge de pleno la doctrina del arte por el arte, que hace del artista un sacerdote, y del arte, una religión. El simbolismo queda patente, sobre todo, en su obra literaria.







 Alegoría de la poesía, h. 1894, (Sitges, Museu Cau Ferrat). Expresión de un simbolismo que tiene su paralelo literario en “Els caminants de la terra” y “La suggestió del paisatge”, obras publicadas en la revista L’Avenç.

La morfina, 1894


Paseo místico. Montserrat, 1896




RAMÓN CASAS Y SANTIAGO RUSIÑOL



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