Frederica Alexandrina Sagor Maas (Nueva York, 6 de julio de 1900 a 5 de enero de 2012) fue una guionista de cine estadounidense. Hija de inmigrantes judíos procedentes de Rusia, la vida de Frederica fue como la trama de una de las viejas películas de Hollywood. Frederica Sagor, una de cuatro hermanas, nació en un apartamento frente a la vía de tren en Manhattan. Sus padres acortaron el nombre de Zagosky. Quiso ser médico pero abandonó la idea y estudió periodismo en Columbia. Trabajó un verano como correctora para el New York Globe. Abandonó los estudios y comenzó a trabajar en 1923 como asistente de edición en la oficina de Nueva York de los Estudios Universal. En 1924 se mudó a Hollywood, donde rechazó sugerencias de que probara suerte como actriz y en cambio escribió para los estudios Universal, MGM, Paramount y Fox. Su verdadera escuela fue la sala de un cine donde aprendió todo lo que necesitaba saber sobre el séptimo arte. Entró a la industria del cine luego de responder a un anuncio como ayudante del editor de guiones en la Universal Pictures en Nueva York. Obtuvo el trabajo y aprendió sobre cine mirando las películas que le gustaban tres o cuatro veces, estudiándolas fotograma a fotograma. Uno de sus primeros trabajos como guionista fue la adaptación al cine de la novela de Percy Marks, The Plastic Age, con la que lanzó a la fama a la estrella del cine mudo, Clara Bow. Tras el éxito firmó contrato con MGM, donde, otros se llevaban el reconocimiento por su trabajo. En un sistema donde existían “ejércitos” de escritores, era la norma. Cansada de MGM, Frederica pasó a trabajar con Tiffany Productions, donde recibió el reconocimiento por haber escrito las comedias de los años 20 That Model From Paris (1926) y The First Night (1927). En 1927 se casó con el guionista, Ernest Maas, y también escribió guiones con él. Por su guión original para la película Rolled Stockings (1927), Frederica no sólo recibió el reconocimiento en los créditos en la pantalla sino también en el afiche, un hecho raro en esa época. Durante el descalabro bursátil de 1929 la pareja perdió 10 mil dólares y tuvo que sobrevivir escribiendo reseñas de películas. El matrimonio Maas Sagor intentó hacer carrera por su cuenta, escribiendo guiones a cuatro manos o vendiendo sus historias de forma individual. Rozaron la miseria, y en el último momento decidieron volcar su habilidad en sendas historias cercanas a sus corazones: Photo by Brady, sobre uno de los pioneros de la fotografía en EE UU, y Miss Pilgrim’s progress, una historia feminista sobre el trabajo femenino que en 1947 Darryl F. Zanuck destrozó y convirtió en un musical, La escandalosa señorita Pilgrim, para lucimiento de Betty Grable, y que por cierto fue la primera aparición en la pantalla de Norma Jean, más conocida como Marilyn Monroe. Contra estas manipulaciones, Sagor Maas protestó y se ganó fama de buscapleitos, de comunista, calificativos surgidos de una industria que ella misma calificó de «sin sustancia». Junto a Maas, observaron con dolor cómo sus ideas y guiones eran robados sistemáticamente por la industria del cine. La mayoría de los guiones que escribieron entre 1938 y 1950 nunca se realizaron, lo que los llevó a cambiar de profesión, ganándose la vida en la industria de las aseguradoras. Empobrecidos y desilusionados, en 1950 la pareja condujo hasta la cima de una colina aislada al atardecer con la intención de matarse por asfixia, pero no tuvieron el coraje de hacerlo. Frederica y su marido dejaron Hollywood a principios de los años 50 después de que fueran interrogados por el FBI acusados de participar en actividades comunistas. Y ahí empezó la segunda vida del matrimonio. Trabajó en compañías de seguros, con lo que así pagó sus facturas; Ernest escribió como negro de otros. Solo tras su muerte en 1986, a los 94 años, de párkinson, Frederica se decidió a escribir sobre lo vivido y a contarlo todo sobre Hollywood. A describir, por ejemplo, a un Louis B. Mayer, fundador de la Metro Goldwyn Mayer, como alguien en el que era imposible confiar; hablar de una Bow bailando desnuda encima de las mesas de alguna de las «fiestas salvajes » por las que Hollywood fue conocido, y un Irving Thalberg «niño de mamá» que más parecía no haber tenido abuela. Antes de morir a los 111 años, Sagor Maas se había convertido en el único lazo viviente con la era del cine mudo. |
Frederica Sagor Maas escribió historias originales para el cine, adaptó otras y desarrolló decenas de guiones para Hollywood, que sirvieron de rampa de lanzamiento para las estrellas de la época, como Louise Dresser, Constance Bennett o Clara Bow.
Al igual que Greta Garbo, tuvo que adaptarse al sonido y al color en el cine. Sin embargo, como pasó con tantas mujeres en los primeros tiempos del cine y a tantas escritoras, científicas y creadoras, sus ideas para nuevas historias y nuevos guiones eran robadas, su trabajo era plagiado y otros recibían el reconocimiento.
Pocas veces le reconocieron su labor en títulos de crédito o respetaron su escritura original
Era la última de una estirpe, la de las mujeres –muchas, muchísimas, a las que la historia no ha reconocido y cuyos nombres se pierden deglutidos por las fauces de la industria– que levantaron el séptimo arte en los inicios de las majors en Hollywood. Sagor Maas era más lista que sus colegas de profesión, y se sintió ninguneada, acosada sexual y profesionalmente, plagiada en un mundo loco, que se regodeaba en sus excesos. A todos los dejó atrás: “Todos vosotros, panda de sinvergüenzas, estáis ya bajo tierra, mientras que yo sigo aquí, vivita y coleando”.
Afortunadamente, el papel de la mujer en la historia del cine como motor indispensable, delante y detrás de las cámaras, en todas y cada una de las facetas posibles, es indiscutible. Pero hay ámbitos en los que su ausencia masiva se resiente: uno, la dirección durante el periodo clásico; otro, la producción durante el mismo periodo. Eso nos ha privado, en Hollywood o fuera de él, de esa otra historia del cine que hubiera podido ser. Con la modernidad ya ha sido distinto y la mujer ha tenido participación activa.
Su novela «La escandalosa señorita Pilgrim» (editorial Seix Barral)
Frederica Sagor Maas volvió a ser noticia , cuando a los 99 años publicó The shocking Miss Pilgrim: a writer in early Hollywood, cuyo título hacía referencia a su último título cinematográfico, un frívolo musical de 1947 protagonizado por Betty Grable que en realidad había escrito como un drama sobre los problemas laborales a las que se enfrentaban las mujeres en aquella época.
«A menos que quisieras dejar la industria, tenías que callarte la boca», escribió. «Yo tenía una pasión intensa por este nuevo arte», escribió en sus memorias, The Shocking Miss Pilgrim: A Writer in Early Hollywood. Memorias en las que describió el chauvinismo, la misoginia y la discriminación a la que se vio sometida como mujer en la industria en los años veinte. También describiría casos de prostitución, abuso de poder y plagio.
Rebelde e ingeniosa, ella misma relata en estas páginas sus experiencias en los años dorados del cine mudo, y cómo sobrevivió en un mundo de juegos de poder, envidias y traiciones, dominado por hombres: productores y directores que, en sus propias palabras, eran «unos analfabetos sexistas, alcohólicos, trepas, mentirosos y tramposos». Éste es el apasionante relato de una mujer que lo vio todo, una pionera que plantó cara a los peces gordos de la industria cinematográfica y vivió lo suficiente para ser testigo de los mayores escándalos del temprano Hollywood y, pasados los años, contarlo todo sin tapujos, en una crónica picante que se lee como una dulce venganza. «Sagor Maas revela los trapos sucios bajo el polvo de estrellas», The New Yorker; «Un libro lleno de intrigas escrito con nitidez y destreza», Philadelphia Inquirer.
«Un documento irreemplazable, escrito desde la inusual perspectiva de una mujer que vivió en aquella época», Los Angeles Times.
Filmografía
Frederica Maas, una de las pocas mujeres guionistas de su época, destacada por filmes como The Plastic Age (1925), Dance Madness (1926), Hula (1927) y Red Hair (1928) protagonizados por Clara Bow, así como producciones encabezadas por Norma Shearer como His Secretary (1925) o Greta Garbo, Flesh and the Devil, 1926.
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