A muchos la Navidad nos entristece.
Si nos fijamos bien, sus figuras son un tanto lúgubres.
Un recién nacido sobre un montón de paja, el aliento de un animal fatigado, un padre viejo.
Se adivina que hay abundancia en algún lugar paralelo, lo dicen las estrellas y ese paje extranjero que pasea junto a un camello y conversa con él mientras mueve las ancas como él.
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Se adivina necesidad en alguna perpendicular a aquel lugar paralelo.
Es como que el día de tu boda no puedas evitar, aunque sea durante un mínimo instante y errando en la imaginación, la imagen de permanecer solo, inexplicablemente solo, justo antes de la consagración, quedando huérfano de cónyuge frente al mismísimo altar.
La navidad siempre evoca una navidad pobre.