sábado, 21 de mayo de 2011

Distinguir lo que el arte humano ha pretendido hacer.

Considerando la sociedad humana con una mirada tranquila y desinteresada, parece al principio presentar solamente la violencia de los fuertes y la opresión de los débiles. El espíritu se subleva contra la dureza de los unos o deplora la ceguedad de los otros; y como nada hay de tan poca estabilidad entre los hombres como esas relaciones exteriores llamadas debilidad o poderío, riqueza o pobreza, producidas más frecuentemente por el azar que por la sabiduría, parecen las instituciones humanas, a primera vista, fundadas sobre montones de arena movediza; sólo examinándolas de cerca, después de haber apartado el polvo y la arena que rodean el edificio, se advierte la base indestructible sobre que se alza y apréndese a respetar sus fundamentos. Ahora bien; sin un serio estudio del hombre, de sus facultades naturales y de sus desenvolvimientos sucesivos, no se llegará nunca a hacer esa diferenciación y a distinguir en el actual estado de las cosas lo que ha hecho la voluntad divina y lo que el arte humano ha pretendido hacer.
Jean-Jacques Rousseau
1712-1778


La noche de los ricos, de Diego Rivera